jueves, 4 de octubre de 2012

De machos alfa y mamás gallina

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El otro día estaba en terapia; terapia física debo aclarar. Porque no les voy a decir que no estoy medio loca, pero creo que es del tipo de loco que no requiere ayuda profesional. En cualquier caso, tengo que tomar tantas terapias que decidí seguir sólo con las más importantes, y como obviamente le di prioridad a mi físico sobre mi psique, entonces tomo terapia física. No me vayan a malinterpretar, no soy tan superficial como parece, lo que pasa es que yo sé que mi belleza interior es perfecta, y como mi belleza exterior está cerca de serlo, estoy trabajando duro para alcanzar la perfección. No, pero ya en serio, es mejor seguirse fortaleciendo. Por si las flais.
Bueno, pero les decía que estaba en terapia. Como ya llevo más de un año en esto, Garp (mi terapeuta) decidió graduarme de la terapia en casa y ahora voy al gimnasio. Quiero pedir por favor unos aplausos: clap, clap, clap… He estado yendo al gimnasio unos cuantos meses y, para variarle un poco, el otro día fui al gym. Que no es lo mismo, dice. En el gym habitan unos especímenes distintos a nosotros; con sus propios comportamientos, dialectos y roles. Normalmente viven en manadas que interactúan unas con otras en una especie de baile de cortejo, como esos que hacen ciertos tipos de aves antes de aparearse. Aunque no me consta que los bailes de los del gym tengan el mismo clímax.
Por pura cultura general (y entretenimiento propio) decidí hacer una observación cuidadosa sobre las principales especies del gym. Me dispongo ahora a publicar mis resultados.
El Macho Alfa: espécimen masculino, joven y de un físico lo suficientemente arriba del promedio como para darle el estatus de líder de la manada. Hago una aclaración, existen especies similares que no son necesariamente jóvenes; pero para propósitos de la investigación, solo describiré a estos últimos. El macho alfa tiene el poder de decidir qué tipo de ejercicios son adecuados para él y para los demás, y el funcionamiento del gym gira alrededor de lo dictado por el macho alfa. ¿Cómo reconocer uno? Estará rodeado de machos wannabe que imitan las rutinas que éste realiza. El lenguaje con el que se comunican es muy elemental, casi primitivo; consta de gruñidos, pujidos y sonidos guturales muy al estilo “hombre de las cavernas”, y que generan una excitación generalizada entre su grupo de fans (o más bien groupies, if you know what I mean). No se sabe bien si su cuerpo es admirado más por las señoritas groupies o por él mismo, que mira fijamente sus músculos en el espejo cada vez que acaba una serie de pesas, o lo que sea que hace…
La abeja reina: versión femenina del macho alfa, con algunas variaciones. Mientras que el anterior usa su juventud para hacer alarde de sus firmes y abultados músculos (con lo que gana un montón de groupies y copycats); la abeja reina usa sus años de experiencia para hacer alarde de su excelente condición física y sabiduría (con lo que gana un montón de respeto entre la gente que va al gym) Mujer que te encantaría que fuera tu mejor amiga, pero desearías no tenerla por madre porque seguro que su cachetada es potente  ¿Cómo reconocer una? Siempre está en el gimnasio, digo gym… siempre. La gente se tira al piso cuando la ve para que no pise el suelo sucio, probablemente tiene un trono por ahí (y ese trono es alguno de los aparatos de ejercicio) Siempre da consejos sobre cómo mejorar tu rutina y trae puestos guantes para pesas. Sí, hace pesas…
La mamá gallina: La mamá gallina es más joven que la abeja reina, pero menos que el macho alfa.  Usa el gym cual Italian Coffee, no les voy a decir que no hace ejercicio, pero el principal objetivo de ir es el chisme. Tiene muchas amigas – Amigaaaa, ¡qué bueno que veniste!   y se juntan generalmente en las bicis o caminadoras que son la sede oficial de su grupo de apoyo. Se ponen de acuerdo para ir al gym y hacen como que se encontraron ahí. ¿Cómo reconocer a una? Sus pants siempre combinan. Es de esas que lleva el “jueguito” completo; nunca se pone la chamarra de unos pants con el top de otros. Estará por ahí entusiasmada con sus amigas, metidísima en una especie de cacareo remasterizado que siempre versará sobre algún divorcio en proceso, porque es experta en aconsejar a otras mujeres (y es bien cursi, por si no lo captaron cuando les conté que se viste “de jueguito”). Pst, secretamente desea al macho alfa, pero no le digan a nadie…
Y mientras yo seguía haciendo las repeticiones que me pedía Garp como una observadora simplemente, sin abultados músculos, ni guantes para pesas, ni pants que combinen. Pero eso sí, un sentido del humor que qué bruto. Y no voy a negarles que yo en mis años mozos (más mozos que hoy) también fui al gym y me reí de los chistes del macho alfa. ¡Ah! Qué tiempos aquellos. Y qué oso señores, qué oso…

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