El otro día estaba en terapia; terapia física
debo aclarar. Porque no les voy a decir que no estoy medio loca, pero creo que
es del tipo de loco que no requiere ayuda profesional. En cualquier caso, tengo
que tomar tantas terapias que decidí seguir sólo con las más importantes, y
como obviamente le di prioridad a mi físico sobre mi psique, entonces tomo
terapia física. No me vayan a malinterpretar, no soy tan superficial como
parece, lo que pasa es que yo sé que mi belleza interior es perfecta, y como mi
belleza exterior está cerca de serlo, estoy trabajando duro para alcanzar la
perfección. No, pero ya en serio, es mejor seguirse fortaleciendo. Por si las flais.
Bueno, pero les decía que estaba en terapia. Como
ya llevo más de un año en esto, Garp (mi terapeuta) decidió graduarme de la
terapia en casa y ahora voy al gimnasio. Quiero pedir por favor unos aplausos:
clap, clap, clap… He estado yendo al gimnasio unos cuantos meses y, para
variarle un poco, el otro día fui al gym. Que no es lo mismo, dice. En el gym
habitan unos especímenes distintos a nosotros; con sus propios comportamientos,
dialectos y roles. Normalmente viven en manadas que interactúan unas con otras
en una especie de baile de cortejo, como esos que hacen ciertos tipos de aves
antes de aparearse. Aunque no me consta que los bailes de los del gym tengan el mismo clímax.
Por pura cultura general (y entretenimiento
propio) decidí hacer una observación cuidadosa sobre las principales especies
del gym. Me dispongo ahora a publicar mis resultados.
El Macho Alfa: espécimen masculino, joven y de un
físico lo suficientemente arriba del promedio como para darle el estatus de
líder de la manada. Hago una aclaración, existen especies similares que no son
necesariamente jóvenes; pero para propósitos de la investigación, solo
describiré a estos últimos. El macho alfa tiene el poder de decidir qué tipo de
ejercicios son adecuados para él y para los demás, y el funcionamiento del gym
gira alrededor de lo dictado por el macho alfa. ¿Cómo reconocer uno? Estará
rodeado de machos wannabe que imitan las rutinas que éste realiza. El lenguaje
con el que se comunican es muy elemental, casi primitivo; consta de gruñidos,
pujidos y sonidos guturales muy al estilo “hombre de las cavernas”, y que
generan una excitación generalizada entre su grupo de fans (o más bien groupies, if you know what I mean). No
se sabe bien si su cuerpo es admirado más por las señoritas groupies o por él mismo, que mira
fijamente sus músculos en el espejo cada vez que acaba una serie de pesas, o lo
que sea que hace…
La abeja reina: versión femenina del macho alfa,
con algunas variaciones. Mientras que el anterior usa su juventud para hacer
alarde de sus firmes y abultados músculos (con lo que gana un montón de groupies y copycats); la abeja reina usa sus años de experiencia para hacer
alarde de su excelente condición física y sabiduría (con lo que gana un montón
de respeto entre la gente que va al gym) Mujer que te encantaría que fuera tu
mejor amiga, pero desearías no tenerla por madre porque seguro que su cachetada
es potente ¿Cómo reconocer una? Siempre
está en el gimnasio, digo gym… siempre. La gente se tira al piso cuando la ve
para que no pise el suelo sucio, probablemente tiene un trono por ahí (y ese
trono es alguno de los aparatos de ejercicio) Siempre da consejos sobre cómo
mejorar tu rutina y trae puestos guantes para pesas. Sí, hace pesas…
La mamá gallina: La mamá gallina es más joven que
la abeja reina, pero menos que el macho alfa.
Usa el gym cual Italian Coffee, no les voy a decir que no hace
ejercicio, pero el principal objetivo de ir es el chisme. Tiene muchas amigas – Amigaaaa, ¡qué bueno que
veniste! – y
se juntan generalmente en las bicis o caminadoras que son la sede oficial de su
grupo de apoyo. Se ponen de acuerdo para ir al gym y hacen como que se
encontraron ahí. ¿Cómo reconocer a una? Sus pants siempre combinan. Es de esas
que lleva el “jueguito” completo; nunca se pone la chamarra de unos pants con
el top de otros. Estará por ahí entusiasmada con sus amigas, metidísima en una especie de cacareo remasterizado que
siempre versará sobre algún divorcio en proceso, porque es experta en aconsejar
a otras mujeres (y es bien cursi, por si no lo captaron cuando les conté que se
viste “de jueguito”). Pst,
secretamente desea al macho alfa, pero no le digan a nadie…
Y mientras yo seguía haciendo las repeticiones
que me pedía Garp como una observadora simplemente, sin abultados músculos, ni
guantes para pesas, ni pants que combinen. Pero eso sí, un sentido del humor
que qué bruto. Y no voy a negarles que yo en mis años mozos (más mozos que hoy)
también fui al gym y me reí de los chistes del macho alfa. ¡Ah! Qué tiempos
aquellos. Y qué oso señores, qué oso…