Camina.
Corre.
Avanza.
Muévete… brinca,
salta, ¡Haz algo!
Haz algo que estás ahí
parado, inmóvil. Estás, pero no estás y voy a volverme loca.
¿Por qué no pasas? ¿Por
qué no te mueves? ¿No ves que a veces te odio?
Busco, busco, espero y vuelvo a buscar.
Espero que pases y busco distracciones. Algo que me haga olvidar esta
sensación en el estómago. Se aprieta, se retuerce, se llena de no sé qué, pero
no son mariposas. Grito por dentro y lloro, grito más fuerte. Te ruego que
camines, pero no quieres. Y como no puedo hacer nada entonces escribo; escribo
para ver si en estas líneas puedo dejar un poco de esta angustia antes de que
me coma viva. O se vuelva tan grande que me desborde y ya no quepa en este
mundo.
Tic, tac, tic, tac…
las manecillas del reloj se mueven pero tú no, ¿Por qué? Cada tic tac amenaza y
promete. Y tú, inmóvil.
Ya te dije, ¡Quiero
que hagas algo!
¿Que vuelvas?
No.
Todos te piden eso,
pero no.
No, Tiempo, yo no
quiero que regreses. Que vuelvas sería inútil. Quiero que de una vez por todas
decidas avanzar y me dejes moverme a mí también. Porque me muevo, pero
contracorriente, y pesa.
Busco y busco… y tú,
inmóvil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario