lunes, 16 de julio de 2012

Somos pintura


Había una vez un hombre y había una vez una mujer. Había también una cama. La cama era el escenario de un abrazo.
El abrazo.
Fuerte, muy fuerte, irrompible.
Eterno.
No, no era eterno.
-       ¿Por qué no podemos mezclarnos? - Preguntó él. Pregunta que no buscaba más respuesta que un beso.
-       Porque no somos pintura – Respondió ella. Maldita su obsesión de contestar preguntas incontestables.
-       Pero sí lo somos, mira.
Y ya nadie dijo nada. Porque hombre y mujer no eran sino pintura y se mezclaron hasta que las sábanas se pintaron de ellos. Llegaron el fin del mundo y el fin de los tiempos y se acabó todo lo que tenía que acabarse, excepto la cama.
Palpita, color pasión, infinita como el abrazo de los amantes.
(Que sí, sí era eterno)

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